LOS OLVIDADOS
LOS OLVIDADOS
Las horas en
el cristal,
alas quietas del tiempo,
flores sin
nombres,
angustia, la ausencia,
oraciones,
preguntas,
el silencio celestial,
pensamientos
que caen
en el vacío de la Nada,
el reloj, su tictac,
las aves despertaron,
otra vez en
casa,
bajo la sombra del mismo árbol,
se
detiene el universo,
el jardín palidece, todo oscuro,
la
lluvia infame, quedé vacío, sin pensamientos,
sombras huérfanas, harapos,
cenizas,
polvos en los dedos, el
miedo a la existencia,
el techo blanco, voces
perdidas que regresan,
la televisión de imágenes
nubladas,
el mundo de colores, de cielos
rojos,
sus espadas de libertad, los
gritos,
mentiras que ya no importan.
Se hunde el mundo, nada
queda,
ni la luz, ni
el cielo,
ni el mar,
las manos vacías, la quietud de la montaña,
como el canto de
una gaviota
que se muere,
las barcas se alejan, no volverán, lo sé,
los ancianos del otro lado de las ventanas,
sin pañuelos blancos, ni abrazos,
las alondras se desvanecen en el cielo,
las
flores secas, las calles inmensas,
la
vecina se ha quedado sola,
sentada en medio del cuarto.
El
rocío se desvanece en el silencio infinito,
el frágil
anochecer, apago la
luz,
la luna cubre las manos
temblorosas,
nunca
hablamos de nuestras tristezas,
a
veces nos sentamos en el muelle,
el
canto calmado de las olas,
profanaron los jardines celestiales,
queda
la esperanza moribunda,
ya no
quiero leer este libro sagrado,
su luces
mágicas dejan mis heridas intactas,
anhelo
un mensaje de buenas noches,
eso
es todo, yo escribo cosas, envío mensajes,
tal
vez, todavía se acuerden de mí.
Una
cascada de puertas cae frente a mí,
cerca
de la playa, del otro lado de la lluvia,
las
gaviotas huyen de la oscuridad,
imágenes
frías del destino me persiguen,
huellas
de botas militares en la arena,
los
brotes hermosos han sido maltratados,
la
vecina sonríe, se lleva al pecho el celular,
el
azul intenso en sus mejillas,
un
mensaje, Dios, apenas tenía saldo,
dormirá
un poco más tranquila,
la
luna se detiene, las aguas se iluminan,
momentos
grises y acantilados en la piel,
la oscuridad del dilema que respiro
la
tragedia se repite en cada silencio,
el
viento borra las botas de la noche,
tal
vez las alondras regresen en primavera.
No
sé qué vendrá
cuando se marchiten las nubes
y me hunda en este desierto tan insoportable,
mi
cuerpo se agota, estoy cansado,
sin
deseos de partir, ni buscar salida,
la
noche ha llegado como siempre,
se
sabe de un hombre vencido,
porque
se dobla como el árbol en la colina,
algunas
ventanas están abiertas,
música
de tambores, murmullos siniestros,
son
Ellos, se visten de blancos,
plumas
ensangrentadas de aves,
evito
las miradas, apresuro el paso,
alguien
limpia la sangre de esos ritos,
toman
café, saludan, y me miran,
revolución
mágica de los muertos.
Se
arrastra el telón y el rumor del tiempo
se queda
en las ventanas solitarias,
el soplo
del viento, murmullos empañados
y secos,
nada que
decir, todo se
hace denso y siento tristezas,
el
silencio de los árboles sin hojas,
giran
tormentas en mi mente,
hablo de
mis temores, nadie escucha,
hay días grises y acantilados profundos
en la oscuridad del aire que respiro,
la luna
desaparece por completo,
no quiero
ver el final de la luz,
prefiero el fuego de las torturas
al silencio repentino de las olas,
la duda
circular y alucinada,
todos
callan, la arena cae en el fondo,
voces de angustia, las luces se apagan.
Se
detiene la lluvia en mi rostro herido,
una
cumbre de soledad se aproxima,
quiero
lanzar las rocas pesadas al abismo,
hay
alucinaciones de colores en mi mente.
abro la
ventana, las nubes se alejan,
un cielo
de golondrinas silenciosas,
una leve
luz de aves amarillas,
los
veleros solitarios se acercan,
el
perfume del mar entra en silencio,
el canto místico del silencio me acaricia,
la angustia
inesperada en mis labios,
una
sombra racional en el espejo
devora
lentamente mis ilusiones,
las
últimas horas de la vida,
lo
sabemos, nos hundimos en la noche,
hojas
marchitas que no respiran,
sin
revolución, tan cansados,
quedarse
dormido, mirando cualquier cosa.
El tiempo
se arrastra entre las piedras,
el calor es sofocante,
se olvidan las canciones inútiles,
sé que no lloverá,
y no habrán rosas en primavera,
acaricio
el sabor de las tempestades,
sonrío y
parezco feliz,
hay
silencios que se quedan
atrapados
en la mirada,
las
noches se hacen largas,
mientras
camino tranquilamente,
olvidado como las hormigas viejas
que se ocultan entre la hierba,
donde yacen los recuerdos
que persigo con la mirada,
hay
tristezas que no digo,
humillaciones
que se quedan,
nada de esto se borrará jamás.
La vejez
se hace mueca en el espejo,
soy esa
imagen encorvada,
el borde
de la taza es diferente,
la
llovizna nocturna en la ventana,
instantes que se agotan
lentamente,
negación
en cada gesto inolvidable,
mensajes
de esperanzas soleadas,
los
dioses de la buena suerte,
llevo
horas mirando la puerta,
torbellinos
espesos me esperan,
el abismo
donde caen los ancianos,
sin la
felicidad que nos prometieron,
he
quedado ausente en el tiempo,
no soy de
los elegidos,
mañana
dejaré de llorar,
Riego
el jardín, cierro los ojos,
entre
las rosas y la luna hay un mar inmenso,
se
fueron , los
de la foto en el celular,
siempre
envían voces,
imágenes,
recuerdos, oraciones,
me
desean una vida feliz,
en
la ventana
vuelan burbujas de colores,
hablaré
de lo bien que me va en el trabajo,
de
lo sencillo que ha sido todo,
pisotearon la dignidad de las
flores,
ensuciaron el agua de la
montañas,
toman vino los Amos de la Patria,
bailan en sus yates de lujuria,
los olvidados caemos al vacío,
la
vida sin rumbo, sin rostros.
encontraré
esas sombras invisibles
de
las que todos hablan,
estoy
en el límite, cerca de la otra orilla,
de
esa costa imaginaria,
de
la locura eterna.
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